martes, 20 de enero de 2009

La hora sin sombra

“Un pésimo actor, muy pagado a si mismo, sale de gira con el monólogo de Hamlet. Siempre había soñado con hacer Shakespeare, pero nunca lo llamaban. Ninguna compañía, ni la más triste, le ofrecía un papel. El actor, ya maduro, con dolores de ciática, veía alejarse el último sueño que tenía. Una noche, frente al espejo y a una amante cincuentona, llena de granos, se dijo que si los otros actores no se animaban, él si. Y salió de gira. Fue a Córdoba y lo silbaron, fue a Bahía Blanca y también lo silbaron, pasó por Santa Fe y el público seguía silbando. Una noche en Rosario, harto de derrochar energía, llegó a la conclusión que algo fallaba. Aturdido por los chiflidos y el pataleo se paró frente al público, hizo un corte de manga y le gritó: ¡Paren, carajo, que no fui yo el que escribió esta mierda!”
Estábamos tan borrachos que nos reímos como locos, revolcados en la arena, mientras despuntaba el día. Lucas podía contar cualquier cosa y hacerla graciosa. Yo ya había escuchado ese chiste en el ambiente del teatro y creo que François Truffaut lo tomó en una de sus películas. Pero igual me hacía desternillar de risa. Supongo que era porque ponía en tela de juicio toda la escritura, aun la más genial que haya dado la humanidad.



(Fragmento del capítulo 20 de “La hora sin sombra” de Osvaldo Soriano)

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